GAMINE

Hay temas que se tocan muy poco, más aún, hay palabras injustamente desapercibidas. Palabras que están en el inconsciente colectivo en forma de imágenes, frases, representaciones. Una de ellas: GAMINE.

Si en la literatura del todo se le considera Gamine al estilo que popularizó Audrey Hepburn, un estilo aniñado, sencillo pero elegante, el "menos es más" de la moda, y unos limitados datos que caen en el típico cliché del "la mujer gamine lleva el pelo corto -pixie- y tiende a llevar un estilo que cae en lo andrógino, porque claro, gamine vendría siendo la mujer peter pan, la niña-niño que no crece".

Y yo digo que es mucho más que eso, que todo tiene razón de ser, y el Gamine no es la excepción. Gamine es más que el vestir, Gamine es pensar y leer, leer mucho. Apiadarse y entender la ingenuidad de Gelsomina en La Strada, la gamine de Fellini. Es usar pantalones en vez de faldas porque los pantalones no son solo para hombres, es usar el cuello peter pan porque es mejor adornar los cuellos con símbolos naive que con la banalidad que pueden llegar a representar los collares o gargantillas.

Es entender que en la realidad coexiste lo lógico como lo absurdo, y entregarse a ella. Es manipular con templanza y elegancia. Preferir -no siempre- las ballerinas o zapatos bajos a los tacones altos porque la altura es para aquellos que no tienen personalidad o algo interesante que decir, preferirlos porque la comodidad no se tranza, zapatillas para correr o bailar cuando se de la gana, ¿Qué sentido tiene la libertad intelectual si la raíz corporal no lo está?

Gamine es simpleza y confianza, determinación. Que el tema del corte de pelo y el perfume es muy corriente como para tocarlo aquí, y con respecto a ello no es necesario tener el pelo corto, ejemplos de gamines con pelo largo hay de sobra: Natalie Portman, Sofía Coppola y Charlotte Gainsbourgh.

Cuerpo y alma, lo físico y lo intelectual. Bicicleta o ballet y libros más arte. Un must que deberíamos agregar todos. El orgullo por las cejas frondosas, porque no son frondosas, solo son naturales, señal de juventud y que los sueños no se han ido. Entender la diferencia y la necesidad del espumante, el té, la leche y un jugo de frambuesa, que se puede vivir sin alguno de ellos, pero es mejor no hacerlo.

Perder el miedo a usar fedoras tan grandes como sean posibles en espacios cerrados, a caminar erguida -Dios que cuesta-, a aprender una palabra nueva todos los días, a interesarse por todo y tener nostalgia de lo que existió antes que se naciera. A preferir los bolsos que las carteras porque aún no se ha crecido lo suficiente. Saberse de memoria las películas de Audrey porque después de todo, es Audrey. A comprender la tristeza de Edie Sedgwick, a escuchar Lykke Li, cantar como Anna Karina en "Una mujer es una mujer", Amelie y Las vírgenes suicidas.

Gamine es la curiosidad por la música, por el chanson, jazz, bossa. Es saber que el escote todas lo tenemos pero que no es necesario mostrarlo para ser vista, es observar y llamar la atención silenciosamente -fácil de recordad y difícil de olvidar-. Jugar el arte de la sutileza y ganarlo.